viernes, 24 de junio de 2016

El jardín de la bruja

Hola ¿Cómo se encuentran? ¿Bien? Eso espero. En estos días he comenzado la lectura de un libro super interesante llamado Brujas del Mundo, del cual tendré muy pronto su reseña. Pero al ver que me llevaría algún tiempo terminarlo, decidí que compartiría con ustedes uno de sus capítulos que hasta ahora me han gustado más. Por eso, inauguro en esta entrada, los viernes de El jardín de la bruja.
Un espacio en donde les compartiré algunas de las hierbas que habrían tenido a su disposición las brujas para preparar sus brebajes. Pero antes que nada, quiero que tengan en cuenta que la información aquí proporcionada es únicamente de interés histórico y no debería ponerse en práctica, ya que sería muy peligroso, ya saben, sobre advertencia no hay engaño. Así que sin más demora, aquí la primera entrada.


ALMENDROprunus dulcis

Las brujas habrían utilizado en alguna ocasión esta planta, especialmente a la hora de hacer ungüentos para volar. El aceite de almendra se mezclaba a menudo con jugo de amapola, acónito, cinquefoil, hojas de álamo y dedalera, antes de añadirlo todo a una base de lanolina y cera de abeja.



MANZANOSgenus malus

Entre los remedios de la sabiduría popular siempre se ha encontrado la manzana, para curar el reuma y eliminar las verrugas. Los anglosajones no sólo las utilizaban como antídoto mágico contra el veneno, sino también como purificador y limpiador. En la cultura celta el manzano tenía propiedades mágicas y espirituales, y se decía que quienes hacían uso de él contaban con poderes o conocimientos especiales. También se utilizaba para ayudar a adivinar el futuro.
Como las manzanas podían conservarse durante el invierno, las brujas las utilizaban con frecuencia en diversos remedios para tratar dolencias estomacales, intestinales y cardíacas, además de para preparar compresas que aplicar sobre heridas.


MAÍZzea mays

Según el Malleus Maleficarum, la obra de los monjes dominicos Henrich Kramer y Jakob Sprenger, las brujas utilizaban maíz y avena para alimentar penes robados, y también se subían sobre sus tallos del mismo modo en que lo hacían sobre sus escobas. En Irlanda se creía que los tallos del maíz se transformaban en caballos cuando se subían sobre ellos.




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